Este perro pasó un largo tiempo viviendo en mi colonia, moviéndole la cola a cualquiera que pasara, buscando quién quisiera jugar con él. Yo no quería jugar con él. No me gusta tocar animales que no conozco (y se me dificulta hacerlo con los que sí). Un día terminé metiéndolo a mi patio. Por su apariencia y comportamiento, era obvio que este perro había tenido un hogar, pero a pesar de pasar meses anunciándolo como perrito perdido, nadie vino por él, así que volvió la tercera mascota a mi cargo.
Es un perro juguetón y muy energético, se escapa fácilmente si no tienes cuidado a la hora de sacarlo a pasear. Las personas le encantan, aunque se emociona de más y se orina. Los perros le agradan, pero hay una delgada línea entre juego y modo de defensa. Cualquier criatura más pequeña que él es una potencial presa. Para mi constante enojo, es imposible dejarlo solo al aire libre sin que mate la fauna local (QEPD a todos los reptiles y aves que no alcancé a salvar de sus fauces). Tardó algunos años en dejar de ver a Claudia como un blanco. Si estuviera en su poder, viviría las 24 horas del día a un lado de mi. Le tiene un miedo terrible a la lluvia.
Las primeras 24 horas tras un baño es un lindo matiz de grises y blancos. Desgraciadamente, es un imán de polvo y miados.